“Prensa a la medida”

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Compartimos articulo de opinión del Dr. Rafael Lara-Martínez.

Resumen: Una diferencia radical entre la dictadura y la democracia censura editorial.  Mientras Maximiliano Hernández Martínez ascendía su obra artística «enemigos» en revistas culturales oficiales, democracia sólo permite que sus socios políticos sean miembros de un proyecto editorial. El debate actual excluye el “conflicto de interpretaciones” de su ámbito académico. 

Al extender la propuesta de Walter René Molina —”Una prensa a la medida del general Martínez” (elfaro.net/académico)— es necesario agregar múltiples revistas literarias que confirman su acierto.  Para no ampliar la lista, la limito a tres, hoy casi sin mención: “Boletín de la Biblioteca Nacional” (1932…), “La República.  Suplemento del Diario Oficial” (1932-…) y “Revista El Salvador” (1935-1939) de la Junta Nacional de Turismo, bilingüe y bellamente ilustrada (sin referencia en REDICCES).  De esa manera, pese a su censura actual, se rastrearía el acuerdo tácito entre la Ciudad Letrada y el Estado que la disemina.  Las publicaciones confirman que hay un arte plástico indigenista “a la medida”; una literatura regional “a la medida”, etc.  Ninguna institución actual posee publicaciones semejantes, ya que el progreso técnico implica un regreso editorial. 

Si según Erik Ching, “Para el general Hernández Martínez todos eran sus enemigos” (ídem), sorprende que la prensa de la dictadura autorice la difusión de sus “enemigos” en las revistas oficiales.  El corolario de Ching no podría ser más acertado.  Mientras la dictadura publica a sus “enemigos”, la democracia sólo disemina a sus amigos.  En efecto, la práctica actual de la democracia prohíbe toda oposición en sus propias publicaciones oficiales.  Sólo la ficción borgeana exige “no hay libro sin contralibro”.  No hay democracia sin oposición interna en sus proyectos editoriales.  Pero, la actualidad reprime el diálogo y el debate entre propuestas diversas.  No autoriza el “conflicto de interpretaciones” ante datos similares.  De lo contrario, no sólo se restituirían esas publicaciones mencionadas —a penas la punta del iceberg de esa “prensa a la medida”.  Asimismo, a su interior, los periódicos vigentes —academia incluida— exigirían la presencia activa de la discordancia teórica y política, disidente a su visión única del mundo.  Quizás el 2020 aún aspira a “una verdad única” (Molina).

A guisa de ejemplo de esa “prensa a la medida” que —en reclamo de la memoria histórica— el presente remite al olvido, se ofrecen las siguientes ilustraciones.  Sin el desdén científico social, existirían múltiples referencias a esas revistas, al igual que a la “política de la cultura” (“Boletín”, 1933), “a la medida” del Estado.  Quedo a la espera que la Biblioteca Nacional digite totalmente el “Boletín” tachado de su antecesora —”La República”, etc,— al igual que lo hagan las otras instituciones, ahora carentes de revistas similares.  Como el rescate de ese archivo contradice la memoria, sólo la labor de Antígona se atreve a restituirlo, al concederle digna sepultura a los Muertos repudiados por el desdén.  Sin la quema de archivos, no hay democracia.  Tampoco el concepto de “hecho social total” cobra vigencia sin la exclusión de los “enemigos”. 

He aquí algunas publicaciones que Julio Fausto Fernández leía desde 1932, mientras en Santa Ana platicaba libremente de política con Pedro Geoffroy Rivas y el grupo poético “el Convólvulo”, de todos conocido (“Prólogo” a “Espejo del tiempo” (1974) de José María Méndez).  La censura a ese testimonio sólo la decreta la actualidad editorial de las ciencias sociales, al visualizar la paradoja poética.  “El poeta del 32 hablaba de política sin censura en 1932” y el “Boletín de la Biblioteca Nacional” publicó su poesía en 1933.  Igualmente sucede con el arte plástico que triunfa en Costa Rica (1935), quienes reciben becas para desarrollarlo, de F. Gavidia bajo honores oficiales, los puestos administrativos y diplomáticos por venir, etc.  Ningún caudillo que se repite, repetiría esa apertura de otorgarle carta abierta editorial a sus “enemigos”.  A ver cuándo la academia restaura ese principio ético de la diferencia en sus revistas y University Press, en vez de “repetir” la epidemia de “una verdad única”.    

1932:

1935-1939

Para una lista de más de diez revistas excluidas de la historiografía científica hasta 2020, véase: https://www.researchgate.net/publication/317080482_Remotando_el_32_De_la_represion_a_la_supresion