Pedro Geoffroy Rivas (1908-1979)
Escritor, poeta, lingüista, antropólogo; sufrió persecusión, exilio y la cárcel. Nació en la ciudad de Santa Ana el 16 de septiembre de 1908. Desde muy joven escribe poesía romántica y rebelde. Su primera publicación data de noviembre de 1927, apareció en el Diario de Santa Ana con el verso titulado La búsqueda. Se inició como poeta que canta al amor.
En la ciudad de San Salvador estudió Medicina, pero En 1931 viaja a México donde culmina sus estudios de Derecho Universidad Nacional Autónoma (UNAM), con la tesis “Teoría marxista del Estado”. En la UNAM entró en contacto con las doctrinas socialistas. Participa en una manifestación contra la Embajada Salvadoreña, protestando por el apoyo gubernamental a Franco en España, por lo que es encarcelado durante varios meses.
En la Escuela Nacional de Antropología e Historia de México (ENAH), se nutre de la vertiente indigenista con influencia marxista muy propia de la ENAH en ese tiempo. Al concluir sus estudios retorna a El Salvador y comienza a escribir trabajos críticos sobre antropología, lingüística y poética indigenista. Siempre como censor de la historia oficial, advierte la depredación del Patrimonio Nacional, por fines comerciales y por la carencia de una política arqueológica de investigación y conservación. El poeta incita a crear una museografía seria, orientada hacia la exhibición pública del tesoro nacional.
De una poesía amorosa e intimista pasa a la poesía de denuncia del etnocidio de 1932 en El Salvador, y posteriormente transita hacia una conciencia política que se opone a la larga dictadura militar.
Esa poesía combativa y de protesta, influenció a las generaciones jóvenes, siendo el primer poeta en denunciar el etnocidio contra las comunidades indígenas de Los Izalcos en 1932, y posteriormente se convierte en voz de la conciencia cívica de la las luchas contra la dictadura del General Hernández Martínez.
En México publicó sus primeros poemarios: “Canciones en el viento” (1935), “Rumbo” (1935) y “Para cantar mañana” (1935).
Además de la vena intimista, amorosa, y biográfica que evoca la infancia, comenzó a desarrollar una vertiente de denuncia política. Esta raíz social la inició en “Para cantar mañana” y la continuó en los poemarios “Patria” (1944).
Tras el golpe militar de Osmín Aguirre y Salinas (octubre 1944), fue vapuleado y expulsado a Honduras, adonde estuvo confinado junto a otras personalidades que se hicieron acreedoras de una carta de protesta en la que se exigía su libertad, y la cual fue firmada, entre otros, por Miguel Ángel Asturias, Claudia Lars, y Serafín Quiteño el 15 de noviembre de 1944. Puesto en libertad, fundó en Guatemala el Comité Salvadoreño de Liberación Nacional, opuesto al gobierno de Salvador Castaneda Castro, y posteriormente terminó radicándose en México.
Retorna a El Salvador en donde dirige el periódico La Tribuna, posteriormente publica “Esperanzada geografía del dolor” (1946), “Sin muerte ya” (1947), y “Juan Pueblo vuelve a cantar” (1950).
Su militancia opositora lo conduce al exilio en México. En julio de 1954, con una bandera de El Salvador entre las manos y al lado de Frida Kahlo, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y otros intelectuales latinoamericanos, participó en la manifestación desarrollada en la capital mexicana, para protestar ante la Embajada de Estados Unidos por el derrocamiento del gobierno guatemalteco de Jacobo Árbenz.
En 1957 retorna del exilio a El Salvador, donde fue nombrado profesor en la Universidad Nacional y director del Museo Nacional de Antropología “David J. Guzmán”.
En lugar de afirmarse como líder político y poético —como lo esperaban sus jóvenes seguidores— escribe una carta pública renunciando al Partido Comunista Salvadoreño.
Algunos le critican por esta actitud, entre estos jóvenes se encontraba Roque Dalton, quien por una parte lo honra con el título de su novela —Pobrecito poeta que era yo. Pero a la vez lo insulta en su libro Miguel Mármol (1972): “como dice el tal Pedro Geoffroy en uno de sus poemas: “Al primer Soviet de América, lo hicieron mierda”. Tanto habló de mierda Pedrito que terminó bañándose en ella”.
Pedro Geoffroy Rivas les responde:
“Me parece francamente penoso que una juventud que se dice culta y estudiosa no pueda oponerme más argumentos que el insulto y la calumnia. Pero me explico sus posiciones, entiendo las terribles confusiones que los abruman. Es propio de la edad en que ustedes se encuentran guiarse por emociones más bien que por pensamientos”.
En 1959, escribió en La Prensa Gráfica una serie de artículos bajo el título “Algunas preguntas a la oposición”, lo cual le valió severas críticas por antiguos amigos y jóvenes escritores.
Escribió diversos trabajos sobre antropología y lingüística, con originales aportes como los diccionarios nahuat y sobre el español coloquial, al tiempo que publica su poesía indigenista: “Yulcuicat” (1965) y “Los Nietos del Jaguar” (1977). Quizás su mayor contribución sea rescatar temas indigenistas, en una sociedad que ha rechazado tanto cualquier lazo cultural con lo prehispánico, así como con las minorías étnicas nacionales.
Recibió el Premio Nacional de Cultura en 1977. Luego de dejar una vasta obra literaria e investigativa, Pedro Geoffroy Rivas muere el 10 de noviembre de 1979, a la edad de setenta y un años.