«LA PINTURA DE SALARRUÉ»: Mesa Redonda con Roberto Galicia, Mario Castrillo, Edgardo Quijano y Ricardo Aguilar

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Mesa Redonda

Martes 11 de junio 2013 – 7:30 pm – Alianza Francesa

 «LA PINTURA DE SALARRUÉ»

Con Roberto Galicia, Mario Castrillo, Edgardo Quijano y Ricardo Aguilar «Humano»

(Con proyecciones de pinturas de Salarrué)

La Alianza Francesa, en colaboración con el Museo de la Palabra y de la Imagen se enorgullecen en divulgar el valor de la pintura de el Sagatara de Cuscatlán: Salarrué.

Salvador Salazar Arrué (1899 -1975), conocido como Salarrué y reconocido más que todo por su literatura de la cual destacan “Cuentos de Barro” y “Cuentos de Cipotes” pero olvidando que Salarrué nos dejó novelas, poemas, muchos artículos de prensa publicados en diferentes países de América Latina y también que nos dejó más de 200 canciones, varias esculturas y sobre todo nos legó su pintura, oficio en el que él se consideraba más pintor que escritor.

La pintura de Salarrué sigue siendo bastante desconocida y muy poco apreciada por las nuevas generaciones embriagadas ahora en conceptos contemporáneos olvidando que el verdadero Arte es intemporal. Salarrué desde su niñez dibujaba y pintaba con sus lápices de colores y en su adolescencia fue becado junto con su genial primo, Toño Salazar, para estudiar fuera del país.

Toño Salazar partió a Francia dónde entabló amistad y compartió su Arte con los grandes de esa época cómo Picaso y otros tantos. Salarrué parte becado a la escuela Corcoran de Arte en Washington DC, dónde estudió y sin graduarse regresó al terruño añorando el canto, el verdor y color de los trópicos. Regresa a El Salvador y se dedica intensamente a la pintura y a la literatura. Desarrolla paisajes, grandes tapices de estilo precolombino, fue el primer muralista de El Salvador y pintó en el antiguo aeropuerto de Ilopango y otro en el Palacio Nacional. Las penurias económicas siempre fueron parte de su vida, a tal grado que un buen día decidió poner un anuncio en el periódico pidiendo le regalaran óleo y pinceles y a cambio les daba sus pinturas. Así fue desarrollándose Salarrué para llegar a alcanzar una pintura que los que no pintan llaman “abstracta”, pero para él cada trazo y cada forma contenían sus significados. Nunca dejó la figura y fue uno de los primeros pintores abstractos de toda América Latina sin copiar ninguna escuela europea.